Medio siglo de la adopción del segundo atómico
Este 13 de octubre se celebra una importante efeméride metrológica: en 1967, la Conferencia General de Pesas y Medidas (CGPM) adoptó la definición vigente hasta la actualidad para la unidad del Sistema Internacional de Unidades (SI) de tiempo, el segundo, basada en una transición atómica.
Durante siglos, el tiempo se midió tomando como referencia los ciclos de cuerpos celestes ―por ejemplo, el Sol, la Luna y las estrellas―.
El problema de definir el tiempo a partir de fenómenos astronómicos es que estos no son completamente estables.
El segundo se definía hasta 1956 como una fracción del tiempo que le toma a la Tierra girar sobre su propio eje y, posteriormente, en función de la órbita terrestre en torno al Sol, pero ninguna de estas definiciones era lo suficientemente precisa para las necesidades de la ciencia moderna, ya que nuestro planeta tiene una rotación ligeramente irregular.
Un punto de referencia más confiable se encontraría en el mundo atómico. Los átomos tienen resonancias ―es decir, absorben y emiten radiaciones electromagnéticas en unas frecuencias características― estables a lo largo del tiempo y el espacio.
Por tanto, los átomos constituyen una especie de péndulo que puede emplearse como la base de relojes más exactos.
Así, desde hace 50 años, el segundo se define contando las oscilaciones o ciclos de la frecuencia natural del átomo de cesio, uno de los metales más suaves del planeta —se funde a una temperatura de 28,4 °C—.
A futuro, es probable que cambie la definición de segundo, ya que se ha encontrado métodos más exactos para medirlo, que emplean la técnica del peine de frecuencias ópticas, la cual fue objeto del Nobel de Física en 2005.
Fecha de publicación: 13 de octubre de 2017.